Victor Hugo Puchi, dueño de la salmonera AquaChile, la mayor productora chilena, dio una entrevista al diario El Mercurio en que revela la situación actual en que se encuentra la industria por estos meses.
Puerto Montt, 11 de Octubre de 2016 (Ecocéanos News)– A pesar de las triunfalistas declaraciones del empresariado salmonero basadas en los altos precios internacionales del salmón post-crisis sanitaria y ambiental de Chiloé, el escenario para esta industria se está complicando. A la resistencia corporativa a los intentos regulatorios del gobierno, los que según la industria sólo aumentarán su costos y harán perder competitividad a nivel internacional, se suman las divisiones internas como gremio, la resistencia de los pueblos originarios, pescadores artesanales, movimientos sociales y los problemas estructurales de carácter productivo y sanitario que se evidenciaron públicamente en las sucesivas crisis a partir de la introducción del virus de la anemia infecciosa del salmón (virus ISA) en 2007.
En este contexto, “frustración” es el sentimiento mayoritario de Víctor Hugo Puchi, uno de los propietarios de AquaChile, la mayor productora nacional de salmones de cultivos. En entrevista a El Mercurio señaló que las medidas de manejo propuestas por el gobierno son insuficientes.
Estas transformaciones suponían contar con una ley, porque las concesiones salmoneras ya están otorgadas y hay exceso, si se mide la capacidad que suman en su conjunto, afirmó el empresario. “Triplica o cuadruplica lo que el país biológicamente puede tolerar”, dice, cuando es consenso en la industria que la carga máxima está en torno a las 600.000 o 650.000 toneladas anuales
Y a pesar que reconoce “la buena intención” gubernamental de tratar de solucionar la alta fluctuación en los tamaños de cultivos, en función de los precios de los mercados, cree que el mecanismo escogido por la autoridad “es un mecanismo muy costoso”. Esto ocurriría en momentos que compiten con países que tienen menores costos. “Chile va a estar débil respecto del mercado mundial. Estamos defendiendo la competitividad del país frente a competidores poderosos”, remarcó Puchi.
Industria salmonera: Sanitaria, económica y socialmente haciendo agua
Hasta ahora, la norma del Gobierno chileno no le pone límites máximos a los productores de salmónidos, sino que castiga densidades en una zona, con un máximo de 8 kilogramos por metro cúbico. Para Puchi, la solución planteada es “muy micro y coyuntural”, con dos desventajas: los costos aumentarían aún mas, y hará que se tengan que utilizar más centros de cultivo de los que hoy se utilizan para producir la misma cantidad, ya que sigue existiendo el derecho legal a usar las concesiones que una empresa tiene.
“Esta norma específica apunta a buscar una solución temporal para un problema cuya magnitud ha sido permanente. Es coyuntural, en el sentido de que por la vía administrativa, de las densidades de los centros de cultivo, el Gobierno intenta inducir una reducción del volumen, pero por una vía indirecta, afectando los costos de producción”, expresa el dueño de AquaChile.
Puchi recuerda que tras finalizar la mega crisis del virus ISA en 2010, se realizó un diagnóstico compartido por los empresarios salmoneros y la Subsecretaría de Pesca, reconociendo que la industria estaba colapsada en las regiones de Los Lagos y Aysén, y que requería una cirugía mayor. Que había exceso de concesiones otorgadas y pocas distancias, laissez faire en cultivar peces y que la propensión a las crisis sanitarias era altísima.
Entre las soluciones identificadas se señalaban: relocalizar y reubicar concesiones; dar espacio a corredores sanitarios y cortar enfermedades; y definir lugares de tránsito logístico. También se iba a permitir fusionar concesiones para que hubiera menos puntos de producción y más distantes entre sí. Este diagnóstico y propuestas implicaba aceptar que en estas regiones tenía que haber un límite biológico, fijar capacidades de carga por áreas geográficas, poniendo límites a los cultivos.
Si bien Puchi reconoce que se avanzó con éxito en la creación de barrios de concesiones salmoneras, para que en ellos hubieran peces de edades similares en pos de la efectividad en los tratamientos sanitarios, no sucedió lo mismo en el tema de la relocalización de centros de cultivos.
“Ninguna relocalización ha salido. Nada de los cambios estructurales –estos cambios de fondo de la industria–, no se hicieron”, dice Puchi.
Estas transformaciones suponían contar con una ley, porque las concesiones salmoneras ya están otorgadas y hay exceso, si se mide la capacidad que suman en su conjunto. “Triplica o cuadruplica lo que el país biológicamente puede tolerar”, dice, cuando es consenso en la industria que la carga máxima está en torno a las 600.000 o 650.000 toneladas anuales.
Puchi: La industria debe estar dispuesta a perder el 30% a 40% de sus concesiones
¿Usted está en la línea de lo que planteó Marine Harvest (MH), que se retiró del gremio, porque no tuvo apoyo…?
– Creo que toda la industria está, en línea gruesa, de acuerdo con lo que se hace en el mundo y con lo que dice MH. Nosotros también hemos apoyado su posición. O sea, obviamente cuando dijo 400 mil toneladas, no estábamos de acuerdo en el número, pero sí plenamente de acuerdo –y yo creo que casi el 100% de la industria– en que hay capacidades de carga biológica que uno debe reconocer que existen. Y que las concesiones tienen que ser revisadas para que recojan esos límites biológicos. A lo mejor significa pasar por el Congreso y desde el punto de vista del sector privado, aceptar esa realidad y estar dispuesto a perder 30% o 40%.
– Pero el retiro de MH del gremio da cuenta de que no hubo ese acuerdo o disposición a mermarse, ¿Es así?
– La autorregulación aquí es imposible. Pedir que cada concesionario haga una renuncia voluntaria, cada uno va a tener una razón para decir yo no puedo y que lo haga el vecino. Esas cosas tiene que abordarlas el Estado por el bien común. Honestamente, la gran mayoría está de acuerdo. Lo que pasa es que hay un conformismo frente a una autoridad que dice que ‘hoy no es el momento político para hacer un cambio legal en el Congreso y, por tanto, busquemos una solución intermedia temporal’. Es una reacción práctica de adaptarse a una restricción política de no poder hacer el cambio estructural y conformarse con una solución temporal.
– ¿Puede tener que ver con que los pequeños, con menos concesiones, se sintieron perjudicados por los grandes?
– Efectivamente, los que menos tienen concesiones se pueden ver más afectados. Pero ¿queremos tener una industria muy fragmentada, pero débil? ¿O los salmonicultores tienen que unirse para crear sustentabilidad? Cuando uno tiene una industria muy frágil, produce sobreúso de medicamentos, antibióticos, y nuestra competencia internacional ha salido beneficiada mostrando una debilidad del salmón chileno, que afecta la percepción de calidad.
– “Si tenemos que sacrificar volumen, felices lo hacemos”
– Puchi advirtió que la industria ya se ajustó, pasando de 800.000 a 670.000 toneladas de cosecha previstas para el 2016, lo que ha afectado el empleo. Cree que si hubiera estabilidad en la producción, con esas mismas toneladas se podría dar mayor valor agregado con productos elaborados. Esto crearía más empleo, porque se activa el trabajo en las plantas de proceso. “Si tenemos que sacrificar volumen para respaldar la sustentabilidad, nosotros felices lo hacemos y empujamos ese carro. La pérdida de volumen la compensamos con rescatar nuestra posición competitiva”, señala.
– Hace unos años AquaChile se retiró del gremio por los mismos motivos…
– Hoy día decidimos jugarnos por dentro para conseguir apoyo de más productores y decirle al Gobierno ‘esto es insuficiente. Nos lleva a más estabilidad en la producción, pero nos hace menos competitivos’.
La lucha de pescadores artesanales y de pueblos originarios resisten la expansión salmoneras
El presidente de AquaChile advirtió que con posterioridad al 2010 se han sumado nuevas prioridades políticas, que afectan las relocalizaciones: Los derechos preferentes para los pescadores artesanales en caladeros y la normativa que otorga derechos costeros a pueblos originarios, y que a su amparo –dice Puchi– se han hecho peticiones por 1,5 millones de hectáreas. “A lo mejor tienen su justificación, pero en una proporción razonable. Es un tema que hay que zanjar políticamente”, sostiene el empresario.
¿Qué visión tiene de que MH no se quede por dentro a empujar cambios?
La situación de MH es muy distinta a los productores, aunque seamos grandes, con presencia solamente en Chile. Porque toda la industria noruega, durante todo el tiempo en que la chilena ha estado en la UTI (con revisión de su regulación y problemas sanitarios y de imagen), ha generado un espacio de negocios para Noruega muy atractivo. Ellos están protegidos, porque cuando les va mal en Chile, más que se compensan en el resto de los países donde tienen producción. Los que estamos aquí, no tenemos esas compensaciones y tenemos que trabajar para convencer a la autoridad política.
El aumento de costos que prevé, ¿lo podrá soportar la industria?
Dependerá del nivel de precio. Estamos con niveles históricamente altos por la reducción súbita después del bloom de algas. El mundo lo leyó como un período de escasez y hay una bonanza de precios este año y el próximo. Pero no más allá. Si Chile persevera en aumentar su producción –porque no va a haber límites, sino castigos a la densidad–, y los precios bajan, vamos a enfrentar momentos difíciles.
¿Por qué Raúl Súnico, de Subpesca, persevera en esta solución? ¿No entiende el problema o él hace un ejercicio de realismo político?
Yo creo que el último diagnóstico es el que ha ocurrido.