MBA Seafood Watch tomo medidas luego que la empresa Nova Austral comenzó ser investigada por adulteración de datos sanitarios y ambientales. Esta empresa de capitales noruego-estadounidense había obtenido una certificación de esta consultora internacional, lo cual le permitió vender su salmón a un precio mayor en el mercado internacional.
Por: Juan Carlos Cárdenas N.
Director Ejecutivo
Centro Ecoceanos
El Monterrey Bay Aquarium Seafood Watch®, , eliminó de su calificación de “buena alternativa” a los salmones de la empresa Nova Austral provenientes de la Patagonia chilena. La organización que orienta a los consumidores, restaurantes y el retail en Estados Unidos sobre los alimentos marinos que no dañan la salud de los océanos, recomendó no elegir la marca “Sixty South”, cuyo marketing asegura ser “salmones confiables”, producidos “libres de antibióticos” en las “aguas mas prístinas y frías del planeta”.
Tan sólo dos meses atrás, la organización de lobby Chilean Salmon Marketing Council, dependiente de la patronal Salmón Chile, había firmado con gran publicidad mediática un contrato con el Monterrey Bay Aquarium para la promoción de su programa “La promesa de la Patagonia”. Esta iniciativa mediática aseguraba la reducción en un 50% de los altos volúmenes de antibióticos que emplea la industria salmonera chilena al 2025, lo que le permitiría obtener la clasificación Seafood Watch® Good Alternative.
El grave caso de falsificación de la información sanitaria entregada inicialmente por la empresa de capitales noruego-norteamericano Nova Austral al Estado chileno ya generan las primeras reacciones en el mercado estadounidense, principal destino de las exportaciones de salmón cultivado en Chile.
Junto al Monterrey Bay Aquarium Seafood Watch, la certificadora Aquaculture Stewardship Council (ASC), vinculada al World Wildlife Fund, retiró temporalmente la licencia para utilizar su logo en los productos y procesos de comercialización de Nova Austral, anunciando el estudio de acciones legales por prácticas engañosas y “fallas en los reportes de mortalidad”.
Sin embargo, el marketing de Nova Austral continúa repitiendo como un mantra que son “la primera empresa en producir y exportar salmones libres de antibióticos” (ABF, en inglés), y “el mayor productor de salmones de este tipo en ”
Evidenciando la impunidad y naturalización de las corruptas prácticas sanitarias y ambientales de la industria salmonera en Chile, el renunciado director general de Nova Austral, Nicos Nicolaides, relativizó su práctica corporativa de tener dobles contabilidades sanitarias, a una suma “de malos entendidos y confusiones”. Lo curioso fue que el director gerente reemplazante, Francisco Miranda, también minimizó la crisis de credibilidad de la empresa noruega, la cual atribuyó como una “confusión en los mercados internacionales”, producto de la “circulación de algunas publicaciones con información equivocada”.
Sin embargo, el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), ante la sospecha de nuevos casos de falsificación de la información sanitaria y ambiental, suspendió su certificación que acreditaba al centro de cultivo de Nova Austral como “libre de antibióticos”, extendiendo dicha medida administrativa a los centros de cultivo de las empresas Australis Mar, Salmones Magallanes, Blumar y MultiExport, en la región de Magallanes y Antártica chilena. A buen entendedor, pocas palabras…
Además, el Sernapesca tras dos semanas de investigación, confirmó la falsificación dela información entregada por Nova Austral entre el 2016 y 2019, datos que en algunos casos reportaron un 50% de mortalidades menores a las existente en cada ciclo productivo.
Por ello, el organismo fiscalizador interpuso diversas denuncias ante el Ministerio Público por ocultamiento de la destrucción del fondo marino. Se sumó a esto la investigación de Superintendencia del Medio Ambiente, y el Tribunal Civil de Punta Arenas que indaga la infracción al artículo 113 de la Ley General de Pesca y Acuicultura sobre falsificación de información de las operaciones del centro de cultivo.
Paradojalmente, estas denuncias ponen en entredicho la cuenta pública que la propia Sernapesca entregó en Mayo pasado, asegurando la caída del 14% de las mortalidades de salmones, junto a una espectacular disminución del 24% en el empleo de antibióticos por la industria salmonera el 2018.
Las constantes infracciones de las empresas salmoneras a la normativa sanitaria, ambiental y laboral, las cuales quedan mayoritariamente impunes, son consecuencia directa de las políticas neoliberales que delegan el papel fiscalizador del Estado en los propios regulados del sistema acuícola (las empresas salmoneras), quienes proveen de información al sistema de control público, o tercerizan las labores claves de monitoreo a empresas y laboratorios privados. Esta realidad es complementada con carencia de personal, escasos recursos técnicos y presupuestarios, y débiles facultades del Sernapesca para fiscalizar al cluster.
El “escándalo Nova Austral” deja una vez mas en evidencia el débil marco legal y sancionatorio del Estado chileno para desalentar las prácticas ilegales de la industria salmonera exportadora. Las escuálidas sanciones y multas no disuasivas incentivan las decisiones empresariales de violar la ley en un asunto meramente económico, donde los cálculos de ganancias ilícitas proyectadas, superan ampliamente los bajos costos y riesgos de ser detectados, y eventualmente sancionados.
La laxa legislación acuícola y sanitaria chilena, posibilita que las empresas salmoneras pueden omitir o falsear información hasta tres veces consecutivas en un período de cuatro años, antes de que exista la posibilidad que el Estado intervenga y caduque alguna de sus concesiones acuícolas.
La racionalidad económica que sostiene los habituales sub-reportes de mortalidades de peces, radica en el hecho que si un centro de cultivo presenta un alto índice de mortalidad de peces por mal manejo sanitario, existe el riesgo que durante el proceso de evaluación para determinar los criterios de siembra de salmones para la temporada siguiente, la Subsecretaría de Pesca tiene la facultad de reducir las densidades, o el número de salmones por metro cúbico del centro de cultivo, lo que afectaría tanto a las altas rentabilidades, como a las proyecciones de expansión territorial y productiva de la empresa salmonera.
Las certificaciones otorgadas por Sernapesca a Nova Austral, basadas en información sanitaria y ambiental engañosa, le ha reportado a la empresa noruega-norteamericana billonarias utilidades y considerables ventajas comerciales durante los últimos años.
De manera complementaria, el Estado, vía Ministerio de Economía y Corfo, se aseguró de entregar anualmente una serie de billonarios subsidios a la industria salmonera mediante el autodenominado Programa Meso Regional Salmón Sustentable, y a Nova Austral en particular, a través del goce de franquicias tributarias y aduaneras en la región de Magallanes, mediante la ley Navarino (18.392), que le ha transferido entre el 2015 al 2018, unos 80 millones de dólares, proveniente del dinero de los contribuyentes chilenos.
Un aspecto que debería ser causal del retiro de dicha franquicia, es el hecho que las empresas beneficiarias de la Ley Navarino, deben “asegurar la racional utilización de los recursos naturales, y la preservación de la naturaleza y el medio ambiente” regional. Lo llamativo es el hecho que Nova Austral registra 18 denuncias por violación a la legislación chilena ante la Superintendencia del medio ambiente, de las cuales 11 han sido realizadas por el propia Sernapesca.
Es clarificador señalar que la denuncia documentada sobre el falseamiento de la información sanitaria entregada por la noruega Nova Austral al Estado durante los últimos cuatro años, fue el resultado del periodismo independiente y la fiscalización de las organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales, y no por el accionar del sistema de fiscalización y monitoreo estatal.
Por ello, el papel vigilante de la sociedad civil y de los movimientos sociales regionales es relevante para la democracia, defensa de la vida en nuestro mar, la salud pública y los derechos públicos, los cuales exigen sanciones ejemplificadoras para Nova Austal, y el cese a la expansión territorial de la industria salmonera en territorios Mapuche, las costas ancestrales de los pueblos Kawesqar y Yagán, y las regiones patagónicas.
Hoy, una coalición de organizaciones ciudadanas, movimientos sociales y culturales, y comunidades de pueblos originarios, impulsan la campaña “Salmón Químico Fuera del Menú y de Nuestro Mar”, están promoviendo el boicot a la compra y consumo del cuestionado salmón de criadero industrial que se produce en Chile.
Esta campaña ha tenido una poderosa respuesta en Argentina, donde 11 afamados chefs ya han retirado de sus menús el salmón químico proveniente de Chile, mientras las comunidades locales de la Patagonia argentina, resisten el intento del Estado e inversionistas noruego de establecer cultivos de salmón en el canal Beagle.
A su vez, la campaña ciudadana denuncia ante los consumidores, certificadoras e importadores acerca de la competencia desleal (dumpig ambiental, sanitario y social) de las exportaciones de salmón provenientes de Chile, que abastecen el 56% del consumo norteamericano. En dicha perpectiva, las organizaciones ciudadanas y sociales exigen que se extienda la investigación sobre la veracidad de los indicadores sanitarios y ambientales que respaldaban el marketing en el mercado estadounidense de la marca Sixty South de Nova Austral, a los productos Verlasso de Aqua Chile, calificado como «Good Alternative» por el Monterey Bay Aquarium Seafood Watch, y de la marca Silver Side de la empresa Ventisqueros.