El investigador se refiere en esta columna al error conceptual del uso de la palabra «sustentable» por parte de empresas pesqueras, salmoneras y del Estado.
Dr. Eduardo Tarifeño Silva.
Biólogo Marino, Ph.D.
Fue miembro Titular Consejo Nacional de Pesca
Las actividades de pesca y de acuicultura nacional han estado sometidas en los últimos años a un permanente cuestionamiento por la opinión pública debido a las formas, resultados de sus procesos productivos e impactos en el medio ambiente marino, tales como la sobrepesca de recursos en la pesca y la contaminación del medio marino en el caso de la salmonicultura. Frente a estos cuestionamientos, las empresas del sector han recurrido a mejorar sus procesos productivos y modalidad de gestiones para lograr certificaciones y estándares internacionales que avalen lo correcto de sus acciones.
Para ello, también han adecuado sus imágenes corporativas en los medios de prensa y de difusión masiva, con un discurso focalizado hacia la opinión pública tratando de demostrar que sus gestiones empresariales cumplen los nuevos paradigmas de la producción respecto a que la explotación o cultivos de recursos marinos deben ser con un enfoque ecosistémico; es decir, considerando los componentes recursos, ambiente, socioeconómico pero también sus complejas interacciones. Para ello, recurren a conceptos y adjetivos que están de moda en los medios sociales (sustentable, sustentabilidad), pero desgraciadamente los aplican en formas conceptualmente erróneas que distorsionan los mensajes que pretende entregar o, bien, son indicios que asumen el concepto, pero sin entenderlo.
La Subsecretaría de Pesca usa desde hace años como declaración de principio de su gestión la frase “Por la sustentabilidad de los recursos marinos”, mientras que la Asociación de Industriales Pesqueros de la Región del Biobío (ASIPES) publicita “El Jurel Sustentable” en razón de la certificación internacional recibida por su gestión pesquera industrial, y recientemente la empresa Multiexport Foods publicita “Salmón Sustentable de Chile para el mundo”, indicando su orgullo de ser la primera empresa salmonera de ser incorporada al Dow Jones Sustainability Index, considerado como el indicador de sostenibilidad más importante del mundo.
¿Dónde está la confusión conceptual en la aplicación de estos sustantivos y adjetivos? De partida, el diccionario de la Real Academia Española señala que el adjetivo “sustentable” indica que el sujeto “se puede sustentar”, mientras que “el verbo “sustentar”, del cual se origina los otros términos, corresponde a la acción de “mantener una cosa o ser en su estado”. Si bien es cierto que las campañas de publicidad cumplen estas definiciones generales, debieran más bien focalizar su gestión en la sustentabilidad de la actividad pesqueras o de los cultivos, dados que los recursos marinos como organismos vivos son autosustentable per se, mientras sus ciclos naturales no sean alterados por acciones humanas.
Para lograr la sustentabilidad de las actividades pesqueras, lo básico y prioritarios es que la materia prima exista; es decir, que los recursos pesqueros estén disponibles en una perspectiva de largo plazo para su explotación sin afectar la supervivencia de los individuos y poblaciones. Ello lleva a que las declaraciones de política pesquera debieran ser “Por la conservación de los recursos marinos para la sustentabilidad de las pesquerías”, partiendo de la convicción que sin recursos no hay pesca, y sin pesca no hay pesquerías.
Lo mismo ocurre con la salmonicultura, donde las condiciones naturales del medio ambiente ocupado deben ser mantenidas dentro del rango de variabilidad aceptable para operar los cultivos en condiciones lo más adecuadas posibles para que las tasas de crecimiento de los peces sean las rentables. Pero, como en muchas actividades humanas, los excesos y oportunismos inducen a errores en la toma de decisiones que después son difíciles y a veces imposibles de enmendar.