La imagen muestra a un Delfín chileno (Cephalorhynchus eutropia) enmallado en un centro de cultivo de salmones. Aysén, Chile. Abril, 2021. Foto: Turismo Cahuelche.
Patagonia chilena, 02 junio de 2021 (Ecocéanos News/ CCC News)– Un llamado nacional e internacional para iniciar acciones de boicot al consumo de salmón químico industrial realizaron las organizaciones Centro Ecocéanos y Centro de Conservación Cetacea (CCC), con el objetivo de detener las crecientes mortalidades de delfines chilenos, ballenas azules, lobos marinos comunes y otras especies de mamíferos marinos, provocadas por la destructiva expansión del monocultivo industrial de salmónidos en el sur de Chile.
En abril del 2021 se registró una nueva muerte por enmallamiento de un ejemplar de delfín chileno (Cephalorhynchus eutropia) en las instalaciones de un centro de cultivo de salmones de la región de Aysén, Patagonia chilena. Esta ilegal situación fue denunciada por la empresa Turismo Cahuelche, de Puerto Cisne.
El delfín chileno es una de las especies más pequeña y desconocidas de cetáceos a nivel mundial, siendo muy susceptible a procesos de extinción local debido a su reducida población y a sus extremadamente acotados hábitat y residencias.
Su distribución abarca las frías aguas costeras del Pacífico Suroriental entre Valparaíso (33°S) a la Isla Navarino, Canal Beagle y Cabo de Hornos (55°15’S). Su presencia también se registra a la entrada Este del Estrecho de Magallanes, y en una pequeña población en la ría Deseado, al nordeste de la provincia de Santa Cruz, Patagonia argentina.
La rápida expansión de los centros de cultivo de salmones entre el archipiélago de Chiloé y las regiones de Aysén y Magallanes, amenaza gravemente a los delfines chileno debido a las muertes de ejemplares por enmallamiento en las redes que utilizan los centros salmoneros para repeler lobos marinos comunes (Otaria byronia). Más aún, al ser un delfín costero con poblaciones locales de distribución muy restringida, la desproporcionada ocupación del litoral por jaulas salmoneras, y su contaminación química y basura marina asociada, ha impactado fuertemente la disponibilidad y calidad de hábitats esenciales para su supervivencia.
A lo anterior se suma las muertes por sofocación en las redes que emplean las flotas pesqueras industriales y artesanales.
El creciente tráfico marítimo vinculado al transporte de carga de la industria salmonera entre las zonas de Puerto Montt (41°28´S) y la península de Taitao (46°30´S) -una de la áreas de alimentación favorita de los cetáceos por la abundancia el kril-, es una de las mayores amenazas letales para los grandes cetáceos, al superponerse con los patrones de distribución de estas especies.
Los ejemplares de ballena azul (Balaenoptera musculus), ballena jorobada (Megaptera novaengliae), ballena Sei (Balaenoptera borealis), y ballena franca austral (Eubalaena australis) enfrentan serios problemas para alimentarse y desplazarse por las áreas pesqueras y salmoneras, debido al creciente número de naves operativas. Entre 2009 y 2017, el CCC ha reportado dos ballenas azules y una ballena sei muertas por colisión con embarcación y una ballena franca austral muerta por enmallamiento en redes, todas estas mortalidades registradas solo en la zona de Patagonia norte.
Después de ser colisionadas, solo unos pocos animales varan muertos en las playas presentando graves heridas o fracturas por los traumas asociados. El número total de eventos se estima muy superior ya que no todos los animales llegan a varar y cuando varan las evidencias de colisión o enmallamiento son difíciles de detectar.
La flota vinculada al cluster industrial del salmón es la más grande y densamente distribuida en el archipiélago y mar interior de Chiloé, así como en los fiordos del norte de la Patagonia chilena.
En la actualidad existen 729 embarcaciones de transporte de salmón, lo que representa el 83% del total de naves de las flotas de carga, pesca artesanal e industrial que operan en las aguas sur-australes de Chile.
Estas flotas representan una amenaza significativa para el 40% de las especies de cetáceos descritos a nivel global que frecuentan las aguas del sur de Chile.
Ballena azul (Balaenoptera musculus), muerta por colisión con nave. Chumeldén, región de Los Lagos, Chile, abril, 2021
Lamentablemente, el historial de muertes de cetáceos y otros mamíferos marinos por interacción humana en la Patagonia chilena continúa en aumento. El 22 de abril del 2021, el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) confirmó la muerte de un nuevo ejemplar de ballena azul que había varado en Chumeldén, comuna de Chaitén, región de Los Lagos, después de haber sido colisionado por una embarcación.
Con anterioridad, el 07 de abril del 2021, una hembra de ballena jorobada (Megaptera novaengliae), fue encontrada flotando en las cercanías del faro San Isidro, costa occidental del Estrecho de Magallanes. La ballena murió después de haber sido impactada por una embarcación de gran tamaño.
Esta es la séptima ballena jorobada encontrada muerta en el sector central del Estrecho de Magallanes, zona utilizada como ruta marítima para el comercio internacional Atlántico-Pacífico.
Ballena jorobada colisionada por embarcación. Estrecho de Magallanes, abril, 2020.Foto:La Tercera
En mayo del 2020, las redes sociales alertaron sobre la presencia de un ejemplar de ballena Sei, (Balaenoptera borealis) de 15 metros de longitud, encontrada muerta debido al enmallamiento en un centro de cultivo de salmón perteneciente a la empresa Australis Mar, en la región de Aysén. Esta especie esta clasificada como en peligro de extinción.
Este nuevo caso, se suma a otros reportados en años anteriores, donde los grandes cetáceos han podido ser liberados y tenido un mejor destino.
Ballena sei enmallada en balsa -jaula del centro Matilde 3 de Australis Mar.Aysén, Marzo, 2020. Foto: Sernapesca
Una de las amenazas menos conocidas para los ecosistemas y la biodiversidad marina es la contaminación acústica submarina, y sus potenciales impactos en la fisiología y la conducta de mamíferos, peces e invertebrados marinos.
Al intenso tráfico marítimo, se suman los crecientes niveles de contaminación sónica que “inyectan” grandes cantidades de ruido a los ecosistemas marinos, sin que la industria pesquera, salmonera o de transporte sea proactiva frente a los impactos que tiene en las múltiples formas de vida que dependen del sonido para comunicarse, como es el caso de los mamíferos marinos.
Los impactos negativos del ruido submarino sobre cetáceos son reconocidos como otra de las principales amenazas en cetáceos, afectando los procesos reproductivos y de alimentación, limitando la capacidad de los individuos para encontrar sus fuentes de alimento, y encontrarse entre si, lo cual afecta la recuperación de estas poblaciones. En casos extremos, el ruido submarino puede incluso causar la muerte de los animales.
La degradación de los hábitat de los grandes y pequeños mamíferos marinos, consecuencia de los activos procesos de contaminación orgánica producido por las fecas de salmones y alimento no consumido, junto a la contaminación química generada por el empleo intensivo de antimicrobianos, antiparasitarios, sustancias anti-fouling y antimicóticos cancerígenos (como verde malaquita y cristal violeta), generan impactos acumulativos no tan sólo para los mamíferos y aves marinas, sino que también para la salud humana.
A ello se suma que en una extensa área marina ubicada en el centro del golfo del Corcovado (43°22´00S), los barcos de carga de la industria salmonera, llamados wellboats, que transportan miles de salmones, realizan recambio de aguas de sus estanques, lo que constituye una fuente potencial de diseminación de diversos patógenos desde los centros de cultivo a los habitat contiguos de las ballenas azules.
Existen registros de patologías en la piel de estos cetáceos, lo que pudiera ser consecuencia del stress, sumado a la presencia de contaminantes químicos, o de patógenos proveniente de los centros de salmonicultura industrial.
Lobos marinos comunes (Otaria byronia) eliminados en un centro de cultivo de salmones, Isla Capitán Aracena, Magallanes, Patagonia chilena. Foto: Centro Ecoceanos
La eliminación de ejemplares de lobos marinos comunes como estrategia de contención de los centros de cultivo frente a la ruptura de redes, daños a los salmones en las balsas-jaulas, o la generación de stress a los peces en cautiverio, es una situación que ha estado presente desde los inicios de la expansión geográfica de la salmonicultura, sin que las autoridades y empresas reconozcan la existencia de estas situaciones, ni se hayan realizado investigaciones para estimar la dimensión de este problema de conservación marina consecuencia de un accionar antrópico directo de carácter ilegal.
En la matanza de lobos marinos se han utilizado una serie de métodos, tales como el empleo de escopetas y armas de alto calibre, usadas en algunos casos por individuos contratados, a los que en la jerga regional se les denomina “baleros”. También se han registrado muerte a golpes, o la asfixia de los ejemplares que ingresan a las balsas-jaulas. A lo anterior se suma la destrucción de sus sitios costero-terrestres de reproducción y de crianza.
La mayoría de las denuncias realizadas por las comunidades costeras y organizaciones ciudadanas a la Brigada de Delitos Ambientales de la Policía de Investigaciones de Chile (Bridema), habitualmente quedan sin responsables, ni sanciones para la empresa involucrada.
El Estado chileno, debido a las campañas de presión ciudadana, junto con la implementación del Acta de Protección de Mamíferos Marinos de los Estados Unidos, estableció el 27 de enero del 2021, mediante el decreto exento del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, una veda extractiva de diez años para ser aplicada en el territorio y las aguas jurisdiccionales del país (1).
Para enfrentar la diversidad de impactos que está generando la actual expansión del monocultivo industrial de salmón en el sur de Chile, una coalición de 64 organizaciones socio-ambientales, comunidades indígenas y científicos coordinadas por la agrupación Defendamos Chiloé, emitió en abril del 2021 una histórica declaración exigiendo la salida de la salmonicultura de los lagos, fiordos y canales del sur de Chile; el establecimiento de una moratoria a la expansión de estos centros de cultivo industrial; el cese de la entrega de nuevas concesiones, así como el freno a la ampliación de la superficie y biomasa en los actuales centros de cultivo de estos peces exóticos destinados a la exportación.
La prestigiosa revista científica Science publicó la petición realizada al gobierno de Chile por 65 científicos, los cuales solicitan incrementar la protección de las ballenas amenazadas por mortales colisiones provocadas por embarcaciones, luego que tres cetáceos fueron encontrados muertos en un período de solo ocho días durante abril de 2021. Las medidas solicitadas consistían en el desvío de la navegación de los barcos en las regiones sensibles, el establecimiento de límites de velocidad y de un sistema de alerta para advertir a los pilotos de los barcos sobre las ballenas cercanas (2).
Por su parte los científicos Juan G. Navedo y Luis Vargas-Chacoff de la Universidad Austral de Chile, publicaron en mayo del 2021 el texto “Salmonicultura amenaza la Patagonia” en la sección cartas de la revista Science, a partir de los impactos ambientales provocados por los bloom de microalgas nocivas ocurridos en abril del 2021 en las áreas de cultivo de salmónidos de fiordo Comau, Chiloé continental, y en los canales Jacaf y Puyuhuapi, región de Aysén.
Como propuestas para contener estos negativos eventos para los ecosistemas vulnerables , ambos científicos señalaban que los mercados internacionales del salmón chileno podrían aprovechar su poder económico para convencer al gobierno del país sudamericano para que adoptara medidas para la protección de este hotspot de biodiversidad única, de los efectos provocados por la salmonicultura. A su vez, indicaban que Naciones Unidas debería presionar al gobierno chileno para detener la actual expansión de los cultivos industriales de salmón hacia las latitudes australes, especialmente la región de Magallanes, uno de los últimos baluartes de la naturaleza patagónica.
Navedo y Vargas a su vez destacaron la necesidad de implementar programas de monitoreos anuales de carácter integral, que permitiera advertir a la industria cuando sea necesario, y “desmantelar las operaciones de acuicultura” que violen las regulaciones. Finalmente ambos autores valoraban el actual proceso ciudadano para la creación de una nueva Constitución para Chile, debido a su potencial para abordar una variedad de temas, incluidos las regulaciones ambientales que permitan colocar límites a la expansión de la salmonicultura (3),(4).
Por su parte Ecocéanos y el Centro de Conservación Cetacea están llamando a las organizaciones ciudadanas, movimientos sociales, pueblos originarios y los consumidores de Estados Unidos, Japón, Brasil, Federación Rusa, Europa y Argentina, a no comprar ni consumir el salmón proveniente del sur de Chile.
Para ambas organizaciones, sólo el fortalecimiento de un amplio proceso de “des-salmonización” del maritorio chileno, unido a la movilización pública y la presión de los mercados, van a permitir detener la destructiva expansión de la industria salmonera en Chiloé, Aysén y Magallanes, y permitir la recuperación de las vulnerables poblaciones de mamíferos marinos y sus ecosistemas.
Recientes estudios científicos y de organismos internacionales como la Comisión Ballenera Internacional (CBI), confirman que las ballenas juegan un papel clave para la sobrevivencia de los océanos y del planeta, ya que poseen bioindicadores que evidencian los profundos cambios ambientales en curso, y son especies relevantes para la mitigación de los efectos del cambio climático, y el funcionamiento de los ecosistemas marinos al ser las fertilizadoras de los océanos.*****FIN*****