Juan Carlos Cárdenas N.
Director Centro Ecocéanos
01 de agosto de 2021
El Consejo del Salmón de Chile (CSCh), asociación constituida por las mayores productoras de salmón de cultivo a nivel mundial, ha publicado su primer reporte sobre el empleo en esta mega industria establecida hace cuatro décadas en nuestro país. Las integrantes del CSCh son las transacionales Mowi, propiedad del empresario noruego John Fredriksen y del Groupe Bruxelles Lambert (Bélgica); Cermaq, subsidiaria de la japonesa Mitsubishi; AquaChile, perteneciente al holding Agrosúper de propiedad de la familia Vial; y Salmones Aysén, del empresario Pablo Baraona y la norteamericana Icicicle Seafoods.
Este reporte de carácter descriptivo se elaboró a partir de la información reportada por las cuatro compañías socias del Consejo del Salmón de Chile, y sólo tiene un alcance parcial al no contemplar a las empresas que representan el 57 % de la producción nacional de salmónidos, y excluir información sobre los trabajadores de los servicios de cultivo, procesamiento, proveedores de logística, alimentos, servicios tecnológicos y de transporte.
Es llamativo el hecho que a pesar que los monocultivos industriales de salmónidos tienen más de tres décadas de sostenida expansión productiva y territorial en aguas chilenas, que han transformando al país en el segundo productor mundial con el 30% de la oferta global , este sea el primer reporte corporativo sobre el empleo, el cual a su vez no se refiere a la calidad ni a las condiciones laborales de sus 34 mil trabajadores.
Este aspecto es relevante, ya que al no existir reportes laborales periódicos de la industria salmonera, la única información disponible proviene del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el cual entrega datos sin desagregar, lo cual dificulta conocer la realidad laboral existente en esta mega industria presente en siete regiones costeras del sur de Chile.
En la actualidad, el 40 % de los trabajadores y trabajadoras de la industria del salmón laboran a través de variopintas empresas subcontratistas. En ellas prevalecen los trabajos de carácter temporal y precarizados, bajo la forma de “contratos por obra y faena”. Esta asimétrica relación contractual permite a las empresas salmoneras mandantes disminuir los costos, al tiempo que deslindan responsabilidades en sus habituales crisis ambientales, sanitarias y laborales. Por su parte, los subcontratistas maximizan sus ganancias al tomar ventaja de la escasa capacidad negociadora de los trabajadores, dada las altas tasas de cesantía regional y nacional.
Esta situación deja a las trabajadoras y trabajadores socialmente desprotegidos, al no poder sindicalizarse y participar en las negociaciones para defender sus derechos y mejorar sus condiciones de vida y trabajo. Esta expresión de “capitalismo salvaje” contrasta con la existente en Noruega,- principal productor mundial de salmones-, donde el 50% de los trabajadores están afiliados a sindicatos en un contexto donde el Estado reconoce derechos democráticos y sociales. .
El Centro Ecocéanos, junto a la Federación de Trabajadores del Salmón de Quellón, Chiloé (Fetrasal), y la Confederación Nacional de Trabajadores del Salmón (Conatrasal), están denunciando las precarias condiciones laborales en esta industria exportadora (1), habiendo registrado el fallecimiento de mas de 60 trabajadores del salmón entre el 2013 y 2021, siendo los mas afectados los buzos y trabajadores del transporte marítimo y terrestre.
En la acuicultura chilena trabajan aproximadamente 6 mil buzos. El 90 % de ellos poseen licencia de buzo mariscador básico, al provenir de la pesca artesanal. Muchos de ellos no cuentan con la capacitación necesaria, y los implementos adecuados para laborar hasta los 30 metros de profundidad en las 3.500 balsas-jaulas distribuidas en casi 2.000 km. de costa lineal en el sur de Chile.
Estos trabajadores submarinos, junto con realizar ciclos rápidos de sucesivas inmersiones diarias sin las vitales prácticas de descompresión y tiempo de descanso -características del “buceo yo-yo”-, deben participar en los centros de cultivo en actividades no relacionadas con su especialidad, tales como cargar sacos de alimento, efectuar aseo y acarreo de agua, o preparar alimento.
La constatación de esta grave realidad se expresa en los primeros tres meses del 2021 donde han muerto tres buzos en la región de Aysén, expresando la falta de seguridad y supervisión, y la carencia de controles gubernamentales en las regiones patagónicas.
La externalización de los servicios de buceo en la industria del salmón, son la responsable de la precariedad laboral imperante y altas tasas de accidentabilidad con secuelas invalidantes y de muerte. Esta realidad laboral propia de un país tercermundista, ubica a Chile como el productor-exportador de salmones de cultivo con la mayor tasa de mortalidad de esta industria a nivel mundial.
A lo anterior se une el que la salmonicultura chilena presenta los menores salarios y las mas extensas jornadas laborales de esta industria a nivel global, realidad que contrasta con la existente en la industria noruega del salmón, donde sólo se registra el fallecimiento de un buzo entre el 2012 y 2018 (2).
A las altas tasas de siniestralidad laboral, se unen condiciones sanitarias de alto riesgo en las pisciculturas y centros de cultivo intensivo de salmónidos, provocada por el empleo masivo e intensivo una gran diversidad de sustancias químicas, tales como antimicrobianos, antiparasitarios, antifúngicos cancerígenos (verde malaquita y cristal violeta), pinturas antifouling en base a cobre y metales pesados, así como 36 tipos de desinfectantes cuyos compuestos activos son el peróxido de hidrógeno , dióxido de cloro y ácido peracético.
El sistema de trabajo en los cultivos de salmón y las plantas procesadoras incentivan la autoexplotación y el sobre esfuerzo laboral, ya que el salario mensual esta asociado a los volúmenes de producción del trabajador. La consecuencia es la existencia de una alta prevalencia de enfermedades invalidantes músculo-esqueléticas entre las trabajadoras de las plantas de proceso industrial, las que se asocian a extensas y extenuantes jornadas de trabajo de pie, efectuando actividades manuales repetitivas a velocidad continúa bajo condiciones de alta humedad y bajas temperaturas.
Por su parte en las balsas-jaulas de los centros de cultivo, los buzos trabajan extensos períodos sin las prácticas adecuadas de descompresión y descanso, sufren enfermedades como barotrauma ótico, osteonecrosis disbárica , sinusitis aguda y enfermedades neuromusculares, en un contexto de carencia de seguros de invalidez y falta de un estatuto laboral específico.
En este contexto sanitario-laboral, las organizaciones de trabajadores denuncian la concertación entre las empresas Mutuales de Seguridad y las compañías salmoneras para que las atenciones médicas de cuadros de tendinitis, túnel carpiano, lumbago, o lesiones del manguito rotador cubiertas por las primas, no sean catalogadas como enfermedades de origen laboral. Interesante es señalar que las Mutualidades, empresas mandantes y subcontratistas no realizan acciones de educación preventivas para reducir los accidentes y eliminar las altísimas mortalidades laborales, ni colocar medicina hiperbárica a disposición de los trabajadores submarinos.
El 33% de los trabajadores de la salmonicultura chilena son mujeres, las cuales representan el 45% del empleo directo en las plantas procesadoras. Las trabajadoras denuncian vulneraciones a sus derechos de género y laborales, unidas a la falta de protección de la maternidad, lo que se expresa en la falta de salas cunas y guarderías.
Las trabajadoras embarazadas son consideradas como “poco productivas”, por lo cual los supervisores buscan forzar su salida de la empresa, asignándoles horarios nocturnos, largas jornadas de trabajo de pie en ambientes fríos y húmedos, o se les colcan dificultades en el tiempo para amamantar, o con los permisos para controles médicos.
Es sorprendente que los organismos fiscalizadoras del Estado muestren una gran pasividad en las ilegales “compras del fuero maternal” a las trabajadoras embarazadas, práctica que en el caso de las empresas transnacionales resulta impresentable, al ser consideradas un delito en los países donde se ubican sus casas matrices.
A las diferencias salariales y extensas jornadas de trabajo en los períodos de peak de cosecha, se une la prácticas de maximización de la explotación laboral mediante la restricción del uso de los servicios sanitarios a las trabajadoras, sin considerar los frecuentes cuadros de infecciones urinarias que se encuentran asociadas a las largas jornadas laborales a bajas temperaturas y alta humedad.
Las organizaciones de trabajadores del cluster del salmón denuncian la existencia de prácticas antisindicales del empresariado salmonero en concomitancia con las autoridades y funcionarios gubernamentales de los servicios del trabajo y la salud, tendientes a dificultar la organización de los trabajadores y amedrentar a quienes luchan contra los abusos y la precarización de sus derechos laborales.
Las prácticas denunciadas son el empleo de multi RUTs para evadir fiscalizaciones o responsabilidades legales; creación de grupos negociadores paralelos afines a la empresa durante las negociación salariales; “listas negras” de trabajadores que organizan sindicatos, y existencia de comités paritarios controlados por las empresas. Esto explica el 14 % de sindicalización en la industria del salmón, siendo a su vez minoritario el porcentaje de quienes negocian colectivamente.
Sorprende la participación de algunas compañías multinacionales en estas prácticas, aplicando dobles estándares laborales, ambientales y sanitarios en violación de las Directrices para Multinacionales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE).
La flota de transporte de salmones vivos e insumos cuenta con 729 embarcaciones. Entre ellos 54 well boats, cuyo número se incrementa sostenidamente desde el 2020. En estos servicios existe una creciente presencia de capitales noruegos.
La Federación de Oficiales de Naves Mercantes y Especiales de Chile (Fenasiomechi) está luchando para que se implementen dotaciones mínimas de seguridad acorde a las directrices y recomendaciones de la Organización Marítima Internacional (OMI). A su vez impulsa el proyecto de ley (boletín 13756-02) para modificar el Decreto Ley 2222 de Navegación y poder establecer responsabilidades ante las frecuentes colisiones fatales entre naves salmoneras y lanchas de pescadores, debido al empleo de piloto automático en las aguas interiores de Chiloe, Aysen y Magallanes (3).
Las condiciones de seguridad sub-estándar y la falta de fiscalización en esta flota se evidencia en el hecho que entre el 2013 y 2018 se hundieron en las costas del sur de Chile los well-boats “Seikongen”, “Amadeo”, “Orca-Yagan, las barcazas “Valentina”, y “ArtRigov”, y la lancha “Rotundo”.
La Fenasiomechi exige a su vez remuneraciones dignas, ya que sus salarios son un 25% más bajos que el estándar del mercado-, así como el cumplimiento del código del trabajo en relación a jornada de trabajo y horas de descanso, según la resolución 1047 / 2011 de la OMI, la cual es incumplidas por los armadores navieros, con la complicidad de las autoridades marítima y del trabajo (4)
El nuevo contexto de transformaciones políticas, sociales y culturales de Chile, constituye una oportunidad para construir una amplia alianza entre el movimiento socio-ambiental, las organizaciones de trabajadores, de género, derechos humanos, comunidades costeras y de pueblos originarios (5), con las organizaciones de consumidores en los mercados internacionales, donde se destina mas del 80% de la producción pesquera y acuícola industrial chilena.
Sólo la movilización social y presión ciudadana organizada en Chile, junto a acciones en los mercados tales como el norteamericano,- que representa el 36,5% del valor de las exportaciones de salmón nacionales-, permitirá la creación de la necesaria voluntad política para que el Estado chileno detenga esta abusiva y tercer mundista realidad laboral, a la vez de llamar a las ongs, importadores, retail, consumidores y mercados internacionales a estar atento sobre las prácticas comerciales desleales basadas en situaciones de dumping social, sanitario y ambiental, las que distorsionan el comercio internacional, y amenazan los océanos, los derechos humanos y el trabajo decente .
Referencias
https://www.ecoceanos.cl/wp-content/uploads/2019/05/SalmonesDeSangre-Ecoceanos-27mayo2019.pdf
https://www.barentswatch.no/havbruk/arbeidsskader
https://www.salmonexpert.cl/article/las-dotaciones-en-naves-de-marina-mercante-no-tiene-posibilidad-de-descanso/