En medio de crisis política y social en Chile y el rechazo a las violaciones de los derechos humanos por parte del régimen de Sebastián Piñera, las mujeres dirigentas de la industria transnacional salmonera manifestaron su apoyo a las legítimas demandas del pueblo y plantearon sus propias reivindicaciones ante la vulneración de sus derechos laborales y discriminación de género.
Chiloé, 31 de octubre, 2019 (Ecocéanos News).- El descontento social por los abusos, las alzas y el modelo neoliberal también se instaló con fuerza en el archipiélago de Chiloé, Región de Los Lagos. Las trabajadoras y trabajadores de la industria del salmón se sumaron a las convocatorias de huelga general, paralizaron sus actividades y se tomaron las calles por las indignas condiciones de trabajo y bajos salarios de las empresas del sector. Las mujeres y sus familias son las más expuestas a múltiples vulneraciones laborales.
Las dirigentas de sindicatos que son parte de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) denuncian que la industria del salmón en Chile vulnera las normas de protección a la maternidad. La legislación laboral chilena establece que toda mujer trabajadora no puede ser despedida por su empleador durante el embarazo y hasta un año después de expirado el período de postnatal. Además, las madres trabajadoras tienen derecho a alimentar a sus hijos, aún cuando no exista sala cuna en su lugar de trabajo.
Históricamente, esta industria ha sido denunciada por interponer demandas de desafuero maternalcontra trabajadoras para obtener la autorización judicial y despedirlas. Actualmente, muchas mujeres aceptan vender su fuero a las empresas. Así lo denuncia Carolina Delgado, secretaria de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Industria del Salmón de Chile (CONATRASAL).
Tal acuerdo monetario le resulta rentable a las compañías, pero las mujeres embarazadas y el niño/a que está por nacer pierden todos sus derechos, precisa la dirigenta. “No tenemos trabajadoras con hijos pequeños (menores) de dos años en las plantas de proceso, por ejemplo, porque aquellas que logran hacer respetar su fuero maternal, una vez que se le termina tal derecho son de inmediato despedidas”.
Según Carolina Delgado, existen casos de mujeres embarazadas que han sufrido abortos espontáneos, producto de las malas condiciones laborales, principalmente por las bajas temperaturas en las plantas de proceso y las extensas jornadas de trabajo. “Se conversa del tema, pero las denuncias no se presentan ante los organismos competentes porque es muy difícil comprobar la responsabilidad de las empresas y -además- las trabajadoras tienen miedo a perder su empleo o perjudicar con su denuncia a familiares que laboran en la industria”.
Paula Arriagada, secretaria de la Federación de Trabajadores de la Industria del Salmón de Quellón, califica las condiciones laborales de las mujeres en estas empresas como “pésimas”. “El cuidado de los niños mayoritariamente recae en las mujeres, las mismas que trabajan de siete a ocho horas diarias, y más. La mujer debe dejar de lado a sus hijos cuando estos no están en edad suficiente para poder cuidarse solos por la poca empatía y flexibilidad que ofrecen las empresas del salmón”.
La industria de monocultivo de salmones ha producido transformaciones en el orden de las familias chilotas con la incorporación masiva de las mujeres al trabajo en las plantas de proceso.
Las dirigentas sindicales reclaman que la crianza de niños y niñas, y el trabajo no deberían ser incompatibles, menos en compañías transnacionales que deben cumplir con altos estándares en materia laboral y respeto de los derechos de las mujeres. Las trabajadoras embarazadas son vistas por los empresarios “como una carga, poco productivas”.
La mayoría de las mujeres que trabajan en la industria son jefas de hogar (….) “las empresas se han olvidado, no respetan y hacen oídos sordos a esta complicada labor de ser una mujer que lucha por mantener el hogar y el sustento de sus hijos”, cuenta Paula Arriagada.
Es tal el abuso y la sobreexplotación que ejerce la industria salmonera en Chile, que incluso las trabajadoras denuncian que durante la jornada laboral algunas compañías controlan el tiempo de uso de los servicios sanitarios. Carolina Delgado relata que se ha implementado un “sistema de turnos, como en los consultorios, para ir al baño. Las empresas usan un cronómetro y anotan en una planilla la cantidad de veces y el tiempo que la trabajadora se demora, para luego evaluar si la contratan o no para la próxima temporada”.
Tal situación es causa de enfermedades, como cistitis (infección urinaria). Frente a esta patología y otras comunes, como la tendinitis, “la mayoría de las mujeres opta por no dar aviso a la empresa, ni acudir a las mutuales. En algunos casos se automedican o van a un médico particular, porque temen ser despedidas”.
Karen Cárdenas, secretaria de la CUT Provincial de Chiloé y directora de la CONATRASAL, afirma que “las empresas salmoneras siguen vulnerando los derechos de las mujeres trabajadoras, pero muchas no se atreven a denunciar, incluso no recurren a nosotras como dirigentas, ni menos a las Inspecciones del Trabajo”.
Cuenta que el temor a perder el empleo también se ha visto reflejado en las movilizaciones de estas últimas semanas en Chiloé, ya que muchas compañeras se han restado de participar en las marchas y acciones de protesta por este motivo.
Una de las principales exigencias de los sindicatos es el término de los contratos “por obra y faena”, ya que no permite que las personas puedan sindicalizarse y ejercer sus derechos. “En la empresa éramos más de mil trabajadores/as y actualmente solo 120 tienen contrato indefinido y unas 400 con contrato a plazo fijo. Esto ocurre en plena temporada de cosecha y proceso (entre septiembre y febrero)”.
Las mujeres no tienen oportunidad de ocupar cargos importantes, incluso dentro de las líneas de proceso. “No hay mujeres en puestos de gerencia de producción, jefas de turno, supervisoras, ni siquiera operadora de máquina”, denuncia Carolina Delgado. “Existe una discriminación de género en cuanto a la brecha salarial entre hombre y mujeres”, agrega Paula Arriagada.
Las dirigentas sindicales respaldan las demandas del movimiento social por pensiones dignas, derecho a la salud, educación gratuita y de calidad, congelar el alza de los servicios básicos y establecer un salario mínimo sobre línea pobreza, entre otras.
“Exigimos un sueldo base digno, acorde con lo que está demandando la ciudadanía, para no tener que pelear por un bono de producción para alcanzar un salario decente. Mejorar los salarios es la gran deuda de la industria salmonera”, sostiene Karen Cárdenas.
Para Carolina Delgado, “esta es la oportunidad para hacer las transformaciones sociales que se requieren por un Chile más justo. La frustración acumulada por demandas históricas no escuchadas iba a estallar en algún momento (…) fueron los estudiantes los que alzaron la voz y luego nos sumamos todos”.
En esta misma línea, Paula Arriagada agrega que “los jóvenes han sacado la cara por todo el país y por todas aquellas causas que nosotros no hemos sido capaces (…) no sacamos la voz a tiempo. El gobierno ha optado por usar la fuerza para reprimir al pueblo. Hace poco todos aquellos que hablaban de “una guerra” piden perdón, ya no saben de que otra forma arreglar esta crisis y optan por disculpas hipócritas”.
Las trabajadoras de la industria del salmón, junto a las comunidades de Chiloé, seguirán movilizándose contra la precarización laboral y la desigualdad social que existe en Chile.