Su mal uso provoca que las bacterias cada vez sean más difíciles de controlar. En España ya han muerto 3.000 víctimas y las previsiones para 2050 son escalofriantes
Fuente: elmundo.es
13 diciembre de 2019
Esta semana se ha celebrado el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos. Digo «celebrar» por decir algo, porque la previsión es apocalíptica. En 2050 se calcula que habrá más muertes por superbacterias resistentes a antibióticos que por cáncer. Y no hace falta viajar al futuro: en España este problema ya se cobra 3.000 vidas al año. Un 50% más que los habitantes de mi pueblo, si me perdonáis la comparación anecdótica.
Son bacterias resistentes a la mayoría de los antibióticos. Si tienes la mala suerte de sufrir una infección por ellas, es posible que el antibiótico le haga cosquillas a la superbacteria. Seguirá a lo suyo con su plan de dominar tu organismo y puede que la infección avance con fatal desenlace: septicemia y muerte. (Lo sé, me estoy poniendo un poquito dramática).
Imaginemos a los antibióticos como luchadores que atacan a las bacterias. Identifican a cada bacteria por algunos rasgos específicos y cuando ven clara su diana, se la cargan. El problema aparece cuando no hacemos buen uso de los antibióticos. Por ejemplo, cuando en mitad del tratamiento nos encontramos mejor y dejamos la caja a medias. ¡Error! Si no rematamos, damos oportunidad a las bacterias medio muertas de aprender a defenderse contra el antibiótico. Es como si nuestro cuerpo se convirtiera en un gimnasio donde las bacterias pueden entrenar contra los luchadores. También ocurre cuando utilizamos antibiótico para enfermedades víricas como una gripe o un resfriado. Recordemos que los antibióticos matan bacterias pero no virus.
A medida que aprenden a defenderse, las bacterias «mutan» y adquieren nuevos poderes cual superhéroes de Marvel. Estos son algunos de sus favoritos:
1. Se ponen un escudo y evitan que el antibiótico entre en su interior.
2. Se disfrazan y cambian su aspecto para que los antibióticos no las reconozcan (como si se pusieran gafas de sol y una peluca para pasar desapercibidas).
3. Usan repelentes. Sí, las bacterias aprenden a fabricar una sustancia que neutraliza el antibiótico.
Las superbacterias pueden aprender dos o tres superpoderes a la vez. Y por si fuera poco, son muy corporativistas y se van pasando los superpoderes de unas a otras. La superbacteria que sabe usar el escudo contra los antibióticos le enseña el superpoder a la superbacteria que ha descubierto el repelente. Y al revés. Con tanta mutación y superpoder la película que podemos acabar viendo en 2050 no será de Marvel, sino de terror.
Imaginemos a un bacteriófago como una araña posada sobre la bacteria, con su cabecita en lo alto. Abajo extiende sus patas como tentáculos y se acopla a la superficie de las bacterias para inyectarles su ADN. ¿Para qué? ¡Para reproducirse y transmitir su maldad! Dentro de las bacterias nacen muchos faguitos nuevos. Se reproducen como locos hasta que no caben más y la bacteria estalla: «¡BOOOOOM!». En el proceso muere liberando a sus hijitos, que también son fagos y se van a infectar otra célula. Es resumen, los bacteriófagos pueden ser un plan B para las superbacterias.
Small World Initiative (SWI) es un proyecto de ciencia ciudadana que nació en la Universidad de Yale. Se adoptó de forma pionera en Europa en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid con el nombre de MicroMundo. Mientras que un crowdfunding es una iniciativa de colaboración ciudadana para conseguir dinero, esta iniciativa se llama crowdsourcing y busca colaboración ciudadana para reunir bacterias. En España más de 500 estudiantes de Secundaria y Bachillerato han recopilado bacterias de los sitios más insospechados en placas. Las bacterias se siembran después en laboratorio, junto a superbacterias, a ver si por casualidad suena la flauta -algo así como lo que le ocurrió a Alexander Fleming con la penicilina- y se descubren nuevos antibióticos. El proyecto tiene doble función: encontrar nuevos antibióticos y despertar vocaciones científicas entre los jóvenes .
Es cierto que desde el gobierno, la industria o los hospitales se deben implementar más medidas para combatir a las superbacterias. Pero también es cierto que nosotros, que al final somos los gimnasios donde entrenan las superbacterias, tenemos mucho por hacer. Más del 90% de los médicos de Reino Unido afirma haber recetado fármacos de forma innecesaria debido a la presión del propio paciente. Por favor, no presionemos nunca en la consulta ni en la farmacia. Antibióticos siempre bajo prescripción. Es un consejo de su farmacéutica.
Fuente original: https://www.elmundo.es/papel/boticaria-garcia/2019/11/23/5dd7e166fc6c83603e8b4639.html