Los organismos estatales al ver empleos potenciales en abundancia, aceptan la “empresarialización” de los territorios. Se prioriza la producción de salmón en desmedro de otras actividades económicas. Hay una evitación de los conflictos para procurar seguir atrayendo inversionistas.
Por Ramón Arriagada
Magallanes, 26 de septiembre del 2016
tomado de la prensaaustral.com
Mi paciencia de eterno hurgueteador de estantes en librerías me lleva, de vez en cuando, al regocijo de encontrar un libro de coyunturas; esas joyas que uno aprecia por entregar repuestas a cuestiones de la vida social o individual vigentes. Sobre todo para el lector, habitante de una región como la nuestra, alejado de muchas fuentes del saber humano. Me sucedió, hace unas semanas, en una librería de Concepción. Ahí estaba “Revolución Salmonera”, editado por el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, dependiente de la Universidad Católica de Chile. En una primera lectura, he descubierto un material extraordinario, para quienes pretendemos a partir de su interés por la actividad de la salmonicultura, evitar que todos los errores cometidos en Chiloé se repitan en nuestra región.
El libro “Revolución Salmonera. Paradojas y Transformaciones territoriales en Chiloé”, es de una vigencia absoluta, pues su edición es del año 2015 y tiene como coautores a un grupo de destacados docentes de diversas universidades chilenas. Ellos en sus diferentes disciplinas han entregado lo mejor para llegar al gran público con sus investigaciones, en algunos casos un poco ásperas para el lector común.
Somos muy cercanos a la vida y paisaje del pueblo chilotes; bien sabemos que sin su aporte no habría sido posible el desarrollo urbanístico y social de la Patagonia, tanto en Chile como Argentina. Tradicionalmente los flujos de migrantes de Chiloé siempre miraron al sur. Es la gran interrogante en la historia de este pueblo, que por muchos años vio partir a sus generaciones jóvenes siempre mirando el sur del continente. Explosión migratoria que tuvo un hito importante con motivo del terremoto del año 1960.
El Estado de Chile siempre quiso hacer de Chiloé un territorio que retuviera población. Entre los esfuerzos estuvo el ubicar, por parte de Corfo y Unctad, la crianza de salmones en jaulas (1974); el éxito del programa lo garantizaban sus aguas límpidas y la mano de obra barata. Chile pasó en pocos años a ser el segundo productor mundial de salmones. La actividad en Chiloé adquirió un ritmo febril. Chile estuvo a punto de ser el primer productor mundial, relegando al segundo lugar a los noruegos. Pero el diablo metió la cola y la sobreexplotación del mar trajo el virus Isa ( 2007) con consecuencias gravitantes en la economía isleña.
Los autores del libro que comento nos hacen llegar sus apreciaciones de lo sucedido a partir de aquellos días tristes para los habitantes de Chiloé. La situación reveló la precariedad de la economía local frente a esta nueva dependencia productiva. La industria del salmón genera volatilidad en el empleo, riesgos fitosanitarios y lo más grave para una sociedad como la chilota, mercantilización de los modos de vida tradicional. Lo aleccionador de lo sucedido en 2007 es que gracias a ello, el Estado, el sector salmonero y la sociedad civil reconocieron que la producción tiene sus límites, enfatizan los autores.
Pese a ser Chiloé una de las zonas más productivas de la salmonicultura a nivel mundial, es muy poco lo que tributan en las municipalidades locales. En Chiloé siguen siendo municipalidades pobres, financiadas gracias al Fondo Común Municipal. Debe aumentar la inversión del Estado para facilitar la actividad de los centros de cultivos: obras públicas, infraestructura educacional, salud, conectividad y sobre todo viviendas. A las empresas del rubro les interesan los hombres y mujeres solos; ellos, por la volatilidad del empleo no radican familias.
Los organismos estatales al ver empleos potenciales en abundancia, aceptan la “empresarialización” de los territorios. Se prioriza la producción de salmón en desmedro de otras actividades económicas. Hay una evitación de los conflictos para procurar seguir atrayendo inversionistas.
El libro “Revolución Salmonera…”, lo llevará a tener acceso a temas tan candentes como la relación de las multinacionales del salmón con el Estado; los cambios en la vida de los lugares donde se asientan con su consecuentes cambios en las cadenas de valor; el por qué hay más cambios socioeconómicos que económicos en la gente; la población justifica y coopera con la industria, a pesar de las evidencias negativas; la privatización de las concesiones acuícolas por parte del Estado, para ser entregadas como garantía al sistema bancario.
A Ultima Esperanza, las salmoneras llegaron cuando no las necesitamos, nuestro desarrollo está fijado hacia otro destino. Sigamos aceptándolas como un mal menor, siempre y cuando los organismos del Estado las vigilen.