«Cada día somos más los que decidimos no vender ni consumir salmón de cultivo. Hay alertas sanitarias en contra del salmón chileno en Estados Unidos y Rusia.
Pero no hay que distraerse, ni confiarse, porque la industria salmonera, con su poder económico, está preparada para volver a invertir y de otra manera, por tanto tenemos que seguir comunicando sobre sus impactos».
Lino Gómez Adillón, dueño del restaurante “Volver”, uno de los más conocidos de Ushuaia, se ha convertido en un referente del movimiento por la defensa de los mares austral frente a la amenaza que representa la instalación de granjas de cultivo de salmones en el Canal Beagle.
Fue uno de los pioneros en anunciar públicamente su rechazo a la expansión salmonera hacia la Patagonia argentina y en decidir retirar del menú de su restaurante el salmón de criadero industrial.
En entrevista con Ecocéanos News, Lino Gómez analiza la actual situación de esta industria transnacional que opera en Chile, los logros obtenidos para frenar la expansión de la salmonicultura hacia Tierra del Fuego, y la importancia del boicot al consumo de salmón químico.
-El Servicio Federal de Investigaciones Veterinarias y Fitosanitaria de Rusia encontró residuos de cadmio, cristal violeta y oxitetraciclina en salmón proveniente de Chile. En la Patagonia argentina que lucha en contra de la expansión de la industria salmonera, ¿cómo reciben la noticia de que el salmón chileno contiene no solo antibióticos, sino además químicos cancerígenos?
-Es triste saber que estas prácticas aún existen, pero a la vez es positivo que salgan a la luz. Así se constata lo tramposa que es la industria salmonera que solo busca ganar dinero, a costa de la salud del mundo.
Hace años que las comunidades de la Patagonia estamos en contra de la industria del cultivo de salmón, que hoy genera alertas sanitarias en los mercados más importantes, como Rusia, Japón, China y Estados Unidos. Cada país tendrá que exigir a sus organismos sanitarios mayor control de estos productos tóxicos porque por otra puerta están pagando para que no se controlen.
Este tipo de medidas de restricción de salmón químico en los mercados es positivo, aunque lo que debería aplicarse son sanciones. En el Hemisferio Norte las concesiones acuícolas se renuevan cada año. En cambio en Chile le entregan a las compañías salmoneras concesiones para la explotación del mar por tiempo indeterminado. En definitiva, pueden hacer lo que quieran y con el dinero que tienen pagar las multas y seguir operando.
-En Europa, los controles sanitarios son mucho más estrictos que en la región. La falta de fiscalización nos impide saber qué estamos comiendo. ¿Cuál es el panorama en Argentina en cuanto a los controles sanitarios de estos productos para el ingreso al país?
– En Argentina, cuando hago charlas en colegios para poner en alerta a educadores y a los niños les muestro como son las etiquetas en Europa y Estados Unidos. Estos sellos informan absolutamente todo lo que uno tiene que saber antes de consumir el producto, si es salmón salvaje o de criadero industrial, y en qué zona se cultiva.
En Argentina no tenemos ningún rótulo que indique el origen del salmón, ni siquiera en la caja que cuenta solo con los sellos de la gran industria, pero no menciona que el salmón fue criado en jaula.
En Argentina no tenemos un sistema que nos alerte sobre la presencia de un producto tóxico. Estamos exigiendo que los salmones ingresen con rótulos que digan explícitamente que provienen de criaderos industriales de Chile. Debemos exigir se transparente toda la información de lo que estamos comiendo, y sabemos que la del salmón chileno no es nada alentadora.
-¿Ha habido un cambio en el consumo de salmón en Argentina, a partir de las campañas de los chef que han generar mayor conciencia respecto a que es un producto no saludable?
-En Argentina se han manifestado más en contra del salmón que en Chile. Los mejores y más emblemáticos cocineros han rechazado la venta y consumo de salmón de criadero.
En agosto de este año, el referente más importante de la cocina internacional, el chef Francis Mallmann, visitó Ushuaia y con él arribaron más de treinta medios nacionales e internacionales, en el marco del estreno del documental “Artifishal” producido por la marca de indumentaria Patagonia, que muestra cómo la salmonicultura es una amenaza para las especies nativas.
“Después de 25 años de vender salmón de criadero en todos nuestros restaurantes, hemos decidido prohibir este producto en un esfuerzo por restaurar poblaciones de peces salvajes”, anunció Francis Mallmann. Y agregó: “Nunca es tarde para aprender y comenzar de nuevo”.
En Chile no han aparecido públicamente los cocineros porque la industria salmonera desembarca en los restaurantes con muchos salmones como regalo y en algunos casos entrega dinero para realizar festivales del salmón. Entonces, se está especulando con la necesidad de una sociedad que hoy día sale a la calle porque está cansada de ese tipo de abusos.
Hay múltiples problemas y prácticas que ya no se realizan en el mundo que denotan finalmente en manifestaciones. Está bueno que los hermanos chilenos están despertando.
– Las empresas responsables del uso de antibióticos y químicos cancerígenos, detectadas en Rusia, son las transnacionales Cermaq (propiedad de Mitsubishi), Multiexport, (propiedad de Mitsui & Co, junto a inversionistas chilenos), Nova Austral (capitales noruegos-norteamericanos), y Ventisqueros, propiedad de AquaChile, la segunda productora de salmones de cultivo a nivel global, perteneciente al holding Agrosuper de la familia Vial-Concha. ¿Qué le parece la aplicación de dobles estándares sanitarios y ambientales de transnacionales que operan en Chile e intentan expandirse a la Patagonia argentina?
-Estamos haciendo todo lo posible para tener leyes que nos protejan de este tipo de industrias, e hincapié en que pueden operar pero fuera del mar, en piletas. La doble certificación de calidad está vinculada al poder económico, es decir se compra. Todos los que dan certificado de calidad ayer trabajaron para Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) y hoy son gerentes de las salmoneras. El mismo círculo que funciona con plata. Tal certificación de calidad no es creíble y se está demostrando en todo el mundo.
Lino Gómez Alillón fue invitado a exponer sobre el salmón de criadero industrial en Madrid Fusión 2020, a realizarse los días 13, 14 y 15 de enero. El congreso, que congrega a cientos de cocineros de todo el mundo, convierte a Madrid en la capital mundial de la gastronomía durante tres días.
“Esta invitación la recibí con mucha gratitud. El que habla es un cocinero que dejó de vender salmón porque no quiere ofrecer a sus clientes un producto que es considerado tóxico. Lo lógico es que pudieran exponer biólogos marinos, tener una connotación de otra naturaleza, pero de a apoco se irán sumando más investigadores, cocineros, vecinos, jóvenes. Lo que estamos diciendo permanentemente tanto ustedes, Ecocéanos, como nosotros los cocineros, que eliminemos el salmón de nuestras cartas, de nuestra cocina. Los cocineros, que somos considerados casi como estrellas de rock, no podemos entregarle una obra de arte a nuestros clientes, que es una farsa, una mentira, un engaño”.
– El Centro Ecocéanos, junto a organizaciones sociales y comunidades costeras y de pueblos originarios, han impulsado una campaña de boicot al consumo de salmón químico chileno. ¿Qué le parece esta iniciativa, considerando que los consumidores, además de los cocineros, también tienen una responsabilidad?
-Eso está muy bueno. Desde los años 80, la industria salmonera ha invertido millones en marketing. En esa época, el sushi no tenía salmón. Hoy el ser humano no puede concebir un sushi sin salmón. El desembarco de estas industrias a Japón, con dinero para que los cocineros ocupen este producto fue tan grande que se logró imponer.
Invité al mejor cocinero de Japón a mi restaurante para hacer una noche de sushi sin salmón. Se ha instalado en el imaginario que el salmón es rosado, tan fácil de cocinar, que es parecido a comer pollo.
Estamos ante un producto tóxico, que no se le puede dar a los hijos. Igualmente comunicamos que nadie se va a morir por comer un trozo de salmón, pero al consumirlo se está colaborando con una industria que está matando especies y el planeta. Cada día somos más los que decidimos no vender ni consumir salmón de cultivo. Hay alertas sanitarias en contra del salmón chileno en Estados Unidos y Rusia.
Pero no hay que distraerse, ni confiarse, porque la industria salmonera, con su poder económico, está preparada para volver a invertir y de otra manera, por tanto tenemos que seguir comunicando sobre sus impactos. Están saliendo a la luz sus malas prácticas, y son sus propios empleados quienes están divulgando imágenes por sus teléfonos celulares.
En un tiempo más sabremos la cantidad de salmón muerto que hemos comido. Ya circulan imágenes que muestran la cantidad de parásitos y porquerías que contienen los salmones de criadero. Vemos el estado en que están los animales y cómo sacan salmones muertos para faenarlos y comercializarlos en el mercado mundial.
-¿El imaginario respecto al salmón como plato gourmet ha ido cambiando en la Argentina?
-Si, ha cambiando mucho. Están los cocineros que no lo trabajan, los que lo trabajan y no les interesa eliminarlo, y los que lo venden, pero saben que tarde o temprano van a tener que dejarlo, porque están siendo observados por una gran cantidad de gente. Es una cuestión de tiempo, no podemos pretender que todo el mundo saque el salmón de su carta.
Todos estamos hablando del salmón, los clientes solo tienen que preguntar al mozo si es salvaje o de criadero. En muy pocos sitios en Argentina podemos encontrar salmón salvaje. En el Canal Beagle tenemos un poquito de salmón salvaje. Pero el salmón que encontramos en Argentina, Chile y en todas partes de Sudamérica es de criadero.
-Con el movimiento que han levantado en la Patagonia argentina, ¿ustedes lograron paralizar los proyectos salmoneros?
-Las salmoneras declararon que no se instalarán en el Canal Beagle. Tomamos acciones y hemos logrado que el gobierno anunciara que no tenía intención de permitir que operaran las salmoneras. Frenamos un proyecto, que su inicio de operación era inminente, a través de la movilización de toda la comunidad.
El nuevo gobierno, que asume el 10 de diciembre, presentó un proyecto de ley que establece la prohibición de centros de cultivo de salmones en Tierra del Fuego, que será discutido en la Legislatura de la provincia fueguina, con sede en la ciudad de Ushuaia. Tenemos la esperanza que se declare zona libre de la industria del salmón en mar abierto.
– La industria salmonera es un enclave económico impuesto durante la dictadura militar, que ha estado operando fuera del control estatal. En Chile hay un cuestionamiento al modelo neoliberal, ¿cómo ven este proceso de movilización en Chile?
-Es muy triste la tremenda represión del Estado hacia el pueblo chileno. La postura del señor Sebastián Piñera no es entendible. El pueblo chileno se encuentra manifestándose por demandas sociales que hace tiempo están pendientes. Están los chilenos muy hermanados, crece un sentimiento de satisfacción por estar despertando y dejar atrás el legado de Pinochet. Que vuelva la paz a Chile es mi deseo personal. Está claro que se viene un nuevo Chile. Espero que se terminen las prácticas y políticas llenas de vicios, y que queden en el olvido en nuestra América Latina.
Adhiere a la campaña de boicot a la venta y consumo de salmón químico industrial chileno https://www.salmonquimicofuera.cl